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Camino rápido por las calles, un hombre camina detrás mío, ya es tarde, es de noche. No hay nadie más cerca, sólo son sus pasos y siento miedo. Nisiquiera sé cuál es su aspecto, pero tengo miedo, tengo miedo de que me violen.

Probablemente que nos violen es uno de los miedos más grandes que sentimos como mujeres. Un tío, nuestra pareja, un weon desconocido en la calle. Quién sabe, todo pene desconocido, puede penetrarnos el trauma y vergüenza más grande que sintamos en nuestras vidas. Es algo que nos encuentra y de lo cual, después no te puedes deshacer.

Era el Ficvaldivia en 2019 y me encontré con un largometraje de Carolina Moscoso titulado Visión Nocturna que hace un recorrido emocional de una violación que sufrió. Carolina, luego de reabrir el juicio, decide hacer una película sobre qué pasa después de una herida, cómo sigues viviendo y en ese seguir viviendo, cómo vuelves a ser feliz.

“De alguna forma sentí que las herramientas del cine me podían acompañar en el proceso de exteriorizar, de pensar cómo contar esta historia (…) me di cuenta de que quería hablar y que quería tocar este tema. No sabía muy bien al principio cómo y ahí entró todo este proceso de investigación del archivo que yo había filmado. Carolina me cuenta que el cine que hace tiene que ver con algo más visceral, que esté su propio cuerpo a disposición del arte. Una intensa película que como ella misma dice. “Ha sido intenso, me he conocido, he explorado partes de mí super oscuras y otras más luminosas”.

La película la llevó a querer reabrir el caso judicial. La cronología del juicio, le permitió hacer una línea de tiempo y una pauta para darle una estructura de las imágenes. Sucede que la película es una reacción a la violación, en palabras de Carolina, “la violación se ve como algo muy íntimo como si fuera un acto sexual y no tiene nada de sexual, es un acto de poder. Esta película fue una reacción a la violación, no quiero encerrarme, no quiero que sea solo mío porque me parece que es algo público, algo que deberíamos compartir porque es de todos”.

Carolina piensa que el mundo espera -de manera muy conveniente- que las mujeres no hablemos de la violación, que nos lo guardemos y que sea un secreto. Es amable para los hombres que así lo sea, que nosotras carguemos con la culpa y vergüenza. “ Nadie siente vergüenza porque te asalten, pero en una violación sí. Toda la justicia, todos te hacen sentir que de alguna manera, tú fuiste la responsable de esto”.

Afortunadamente concluimos que hablar de la violación es más común y natural en estos tiempos. Visión Nocturna comenzó siendo un proyecto muy solitario y personal, pero con el tiempo Carolina siente que se convirtió en un gesto colectivo. “La violación es una realidad que la gente no quiere ver, pero ahora ya estamos todos medios obligados, es super bueno, político, sanador para todas (…) Me ha gustado que ha habido una recepción no revictimizante”.

Volviendo a Teoría King Kong, el día en que Virginie fue violada, tenía “una sevillana, mango negro rutilante, mecánica impecable, hoja fina pero larga, afilada, lustrada, brillante”, imagino que en ezpañolísimo se tratará de un cortapluma o algo filudo para defenderse. Pero ella no la usó, “lo único que pensé respecto a esta hoja fue: ojalá no la encuentren, ojalá no decidan jugar con ella. Ni siquiera pensé en usarla”. Ella lo relata como una disposición mental, convencerse de que esos tres hombres eran más fuertes, eso es sentirse como una mujer, “desagradablemente mujer”.

¿Cobardía? Quién sabe lo que es la cobardía si no ha sufrido una violación, pero así nos han criado. Nos han hecho creer que las mujeres somos “una persona escencialmente vulnerable”. Virginie siente bronca por una sociedad que no nos educa para herir a un hombre que nos abre las piernas por la fuerza, “esta misma sociedad me inculcó la idea de que era un crimen que no debía poder superar”.

Los 78 minutos de Visión Nocturna nos invitan a reflexionar sobre las heridas tras una violación, qué hacemos con esas emociones como seres humanos, narrarlo también es una forma de romper con el “legado vergonzoso” que se oculta bajo este símbolo de violencia y poder ejercido sobre las mujeres que debe detenerse.